Pablo Sosa Pace y una historia particular, que tuvo un final feliz. Una enfermedad siendo tan joven, reponerse, cumplir varias funciones dentro de un club, volver a hacer lo que más le gusta y una anécdota con un entrenador a través de redes sociales. “Arranqué de la noche a la mañana a trabajar de utilero” dijo el oriundo de San Carlos Centro, de reciente paso por Sportivo San Salvador, y anteriormente por el Deportivo Ferrocarril, a Poste Alto.
Empezó a jugar al básquet con una edad avanzada en el 2002, cuando tenía 12 años. Fue tocado por una varita y llegó a ser parte de Ferrocarril Oeste de Caballito en el 2005. Allí se mantuvo por un año y luego volvió a su querido La Unión de Colón. Se ganó su lugar, no solo en dicha institución, sino también en el plano provincial jugando para la selección de Entre Ríos en categorías menores y siendo participe como juvenil del plantel Mayor. Logró salir campeón con el rojo colonense en dos oportunidades (2008 y 2010) y también le tocó sufrir un descenso. A partir de allí pasó por dos instituciones prestigiosas como Parque Sur y Racing de Gualeguaychú, hasta el momento que marcó su vida: le diagnosticaron un tumor maligno en un testículo.
“¿Por qué ahora?, ¿por qué me tiene que pasar a mí?, y ¿qué va a pasar con todo esto?” fueron algunas preguntas que le pasaron por la cabeza, al ver que su carrera como jugador iba a quedar trunca por el momento.
Esto llevó a la operación de urgencia en Paraná, en el hospital San Martín, donde hace el post operatorio. “Me hacen la biopsia y era maligno, esto significaba que tenía que venir la quimio y un montón de otras cosas para asegurarme de que no vuelva a ver otro problema. Los primeros 2 años hubo estudios constantes cada 3 meses, haciendo tomografías completas con contraste e inyectándome iodo” comentó.
Por suerte y alivio para él, al tercer año los estudios pasaron a ser cada 6 meses y hoy en día es una vez al año, pero aclaró que “son estudios que debo hacerme casi de por vida”.
Lo que tuvo que atravesar fue “un baldazo de agua fría” para Pablo porque los sueños con el básquet, de jugar profesionalmente y tener un contrato para vivir de dicho deporte, se diluyeron por completo. Con un futuro incierto por delante, Cristian Delasoie confió en él permitiéndole en el Club La Unión empezar a cumplir diferentes funciones: utilero, jefe de equipo, cocinero junto con su padre y comentarista en el streaming, entre otras cosas. “El pato me apaño y me abrió totalmente las puertas del club, que es como mi segunda casa. Ahí arranque de la noche a la mañana a trabajar de utilero, algo tenía que hacer y era lo que me dejaba ligado al club y me mantenía pensando en otra cosa” dijo.
Fueron ocho temporadas siendo utilero, pero entre medio tuvo que cargar con las “bromas de gente que habla sin conocer las historias, que te hiciste utilero porque no podías jugar”.
De todas maneras, no se dejó intimidar y siguió con su labor, donde obtuvo muchas cosas positivas. “Fueron buenos años de los cuales aprendí un montón de cosas nuevas, formar parte de un cuerpo técnico, viendo el básquet desde otro lado, callado, escuchando y aprendiendo mucho de un vestuario, una charla técnica y hasta llegué a tener un rol muy importante dentro de los equipos sin quererlo, hasta dando opiniones basquetbolísticas y formando”.
Ya curado y con las ganas de volver a pisar una cancha, se dio la oportunidad en el Club La Armonía para jugar Liga Provincial. “Me invitan a formar parte, la cual accedí como podía, sin entrenar mucho por mi trabajo en La Unión y con kilos de más, sin haber jugado durante cuatro años. La cuestión es que volví y fue muy satisfactoria esa vuelta”.
Las vueltas de la vida, así como le tocó perder, también consiguió ganar por un instante. “Al tiempo empecé a entrenar con el TNA en La Unión, haciendo tipo suplencia de lesiones y en el 2016, para no perder una ficha mayor y esperar que llegue el nuevo extranjero, juego unos 8 o 9 partidos, donde tuve la oportunidad de jugar, y darle dolor de cabeza a más de un DT cuando hacia un doble o robaba alguna pelota”.
“De a poco volví al ritmo, ya con otro estilo de vida, después de casi 9 años viajando por todo el país con giras y el nuevo método de la Liga” manifestó. De allí en más llegaron propuestas de la Liga Provincial y en este último periodo fue parte de La Armonía nuevamente, CAVE, Ferro y Sportivo, ambos de San Salvador.
LA ANÉCDOTA
Pablo D’angelo expresó públicamente a través de su Twitter, a fines 2016, que: ‘cualquiera juega al básquet, como le quita prestigio al TNA que un utilero salte a la cancha’.
Con la personalidad que lo caracteriza a Pablo, el comentario no le afectó demasiado. “Lo vimos volviendo de una gira por Buenos Aires. Fue una risa en el colectivo” aseguró. Y tuvo el apoyo de la sociedad: “estaba la gente opinando y había comentarios como ‘no tenía por qué ningunear a alguien de esa forma, que era una profesión y hay mucha gente que juega al básquet y maneja un remis, tiene un comercio, es médico o abogado’. Quedó ahí, no fue algo que me afecto a mí o el desarrollo. Fue algo gracioso en su momento porque me acuerdo que había tenido varias repercusiones que un utilero este jugando a ese nivel”.
“Era gracioso porque también hacia mi labor de utilero, alcanzaba las toallas todo y estaba cambiado como jugador. Me sentaba último, al lado del bidón de agua y en cada minuto repartía todo. Cuando tocaba ir a la cancha saltaba del fondo y cuando hacía un doble todos como locos en el banco” recordó entre risas.
“A mí me tocó vivir esa situación complicada, de la cual aprendí muchas cosas. Una de ellas fue la importancia que tiene el club, sea para mí o cualquier chico. Realmente antes no te das cuenta, cuando estas fuerte, saludable, porque crees que lo tenes todo, pero es muy importante formar parte de un equipo, estar integrando cualquier disciplina. Estar adentro, eso fue lo que realmente te ayuda, en mi caso cuando tuve esa situación, de no encerrarte en vos mismo, en tu casa, porque la cabeza cuando trabaja sola es complicada. Me di cuenta que el club fue gran parte de la cual me ayudó a salir adelante por el hecho de que me dejo seguir siendo parte, seguir siendo el que yo era, que en realidad no cambiaba nada, aunque en cierta forma sí, pero la vida continua”.
“Es lo que trato de transmitirle a los más jóvenes, que ellos vean y sientan el esfuerzo que hacen los dirigentes para poder participar, para que ellos tengan un sueldo. Es muy importante, lo viví de adentro y lo pude ver, por ahí lo entiendo de alguna forma y trato de transmitirlo. Por ahí no es fácil cuando no formas partes, cuando no ves cómo se mueve internamente un club y no es sencillo lo que cuesta abrir una cancha, pagar a los árbitros, salir de viaje, toda la logística y dinero que se necesita. Después vas cayendo un poco en la cuenta de cómo se trata y se maneja todo. Más allá de la enfermedad, porque todos tenemos una historia, tratar de sacar lo positivo y a mí lo que me enseñó fue eso, me dio la posibilidad de darme cuenta de un montón de cosas que hoy en día trato siempre de transmitirlo desde mi punto de vista a los más jóvenes”.
“Trato de fomentar que se interesen por otras cuestiones, no solo en lo de ellos y en lo del mundo del básquet. Sino interesarse en el club que los contrato y también en otras actividades, que estudien y vayan por una profesión, que aprender a hacer otra cosa. Es importan tantísimo mantener la cabeza ocupada en otras cuestiones. Ahora con las redes sociales que podemos ver parte de la vida del otro, me pone contento cuando veo a jugadores que he enfrentado, que no los conozco, pero los veo hacer otras actividades. Es importante saber manejarse solo en muchos ámbitos y depender de uno. En mi caso no tuve gente grande que me diga estas cosas y creo que me hubieran ayudado. A mí me da gusto cuando viene un joven o compañero mas chico a preguntarme cosas. Siempre trato de darle consejos y que después ellos saquen sus propias conclusiones, pero al menos que vayan sabiendo con que se pueden encontrar. Si está claro que nadie tiene nada comprado y que de la noche a la mañana las cosas pueden cambiar”.
Por último, habló del emprendimiento “Jackdecorarte” que tiene junto a su familia: “nosotros paramos un tiempo, y después volvimos al ruedo. Tengo un taller de carpintería, junto a mis dos hermanas y mis padres, donde hacemos juguetes didácticos de madera, y como todos hubo que reinventarse y hacer cosas nuevas para entretener a los más chicos. Trabajamos haciendo reparto a domicilio de los juguetes”. Fuente: Postealto.